La nuestra empezó como empiezan todas las
historias como ésta, no podías pasar cinco minutos lejos de mí
pero a mi no me interesaba demasiado tu presencia, incluso me
resultaba molesta, aunque con el tiempo aprendí a quererte, y fue
entonces cuando, como en todas las historias como ésta, todo se torció, para mí.
Mi carácter ya no te resultaba tan
encantador y esas pequeñas manías se convirtieron en defectos
insoportables... Me cansaba de los gritos y te daba de lado y tu
volvías dócil como un gatito, y entonces, cuando te aceptaba de
nuevo en mi vida volvía a empezar la rueda de reproches y
comentarios sarcásticos. ¿Te has dado cuenta?. ¡Eres agotador! si, lo eres, y yo soy gilipollas por seguirte el juego.
Eres ese puerto al que siempre acabo
volviendo aún a sabiendas de que no debo ponerme demasiado cómoda. Paso las horas con las llaves de mi nave espacial en el bolsillo y al final me
voy de nuevo dando un portazo.
Somos demasiado parecidos, la única
diferencia entre tu y yo es que yo trabajo con memoria RAM y tú con
Disco Duro, mi lema es el borrón y cuenta nueva y tu carta de
presentación son los reproches.
...Y lo sé, algún día, cuando ambos
podamos valernos mínimamente por nosotros mismos me iré y esta vez
será tan lejos que por mucho que grites no podrás alcanzarme... y
te arrepentirás, y fingirás que no te importa, que me odias... Y yo
fingiré que no muero de ganas de volver, y no volveré.