miércoles, 29 de agosto de 2012

He perdido mi torre no sé donde

El dinero no da la felicidad... eso dicen ¿no?

 No lo dudo, de verdad que no lo dudo... pero lo que sí está claro es que puede llevársela si decide desaparecer de repente. Si de pronto pasa de ser un adorno sin importancia que aparece olvidado en cualquier bolsillo, a un raro espécimen en peligro de extinción. Si los papelajos violetas que antes costaba cambiar, ahora solo son un vago recuerdo, si te arrebatan la casa en la que viviste la infancia más feliz y en su lugar te encierran en un viejo nido de serpientes y gritos. Si hace tiempo que inventas actos familiares para no acudir a citas, si sientes que la vergüenza te aleja de unos amigos a los que no puedes seguir el ritmo y para colmo, cada día, te ves obligada a despertar con una sonrisa que le grite al mundo que el dinero no es más que dinero, mientras te sientes culpable por querer rapiñar lo poco que hay para ser la sombra de lo que querías ser, cuando cifras antes irrisorias, ahora pueden significar la diferencia, cuando el dinero con el que antes ibas al cine ahora es la llave de una cerradura electrificada...
 No es justo, solo es dinero, si. Y cuando cierre esta ventana volveré a poner esa sonrisa que tranquiliza a todos y a implorar un dichoso trabajo que me saque ideas descabelladas de la cabeza, pero ahora necesito desahogarme y mis dedos se han convertido de nuevo en los únicos oídos que pueden escuchar mis gritos ya que si yo soy débil todos caen. Ni siquiera sé si publicar esta entrada o sumarla a mi lista de borradores... no sé... por lo pronto no lo etiquetaré, aunque acabo de darme cuenta que este no es el primer post pátetico que escribo agobiada por lo mismo... Se suponía que este blog iba a ser mi torre de marfil y lo he convertido  en una bitácora camuflada con palabras bonitas... ¡que asco!

3 comentarios:

  1. No sabes como te entiendo, Ely...

    He terminado llegando a la conclusión de que el dinero es el mayor instrumento de control sobre el ser humano: lo crearon para depender de él, asustarnos y castigarnos, no para hacernos feliz.

    Eso sí, no te avergüences por escribir este tipo de entradas que a todos se nos escapan a veces. Nuestros espacios suponen también un desahogo, si no ya ¿qué nos quedaría?

    Ánimo y fuerza.

    Un saludo.

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    1. No es vergüenza, me da pena que mis problemas hayan llegado también hasta aquí... de todas formas, muchas gracias por tu comentario, yo siempre había pensado que el dinero era un instrumento necesario, pero creo que tienes razón.

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  2. Siempre me ha llamado la atención que las caras más sonrientes y más felices las he visto siempre en los barrios más pobres y entre la gente más humilde.
    Romper la ligadura del dinero se me antoja imposible en mi caso, no tengo valor...
    Ánimo y suerte

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