domingo, 2 de septiembre de 2012

La rana que saltó

 Por más que lo intenta, nadie logra entender que ha pasado...
Sigue a la rana si no me entiendes
  Sus ojos grises le hacían verlo todo de color de rosa, así que la palabra <<No>> sencillamente no estaba en su diccionario. Él mismo se había asegurado de desterrarla hacía ya un año, cuando, en medio de su último ataque de ira, amputó la letra <<N>>. Estaba ya cansado de nadies y nuncas, de posturas neutras y sobre todo de la nieve... ese día mando a tomar viento fresco a todos los nacionalismos y se convirtió en ciudadano del mundo y olvidó como nadar ya que a partir de entonces iría a todos lados volando.
   Era feliz en su mundo de síes... todo era perfecto, las nubes se escondían cuando él abría las cortinas y los viajes en avión eran más apacibles desde que habían desaparecido los niños de su vida.

  Otra vez era 1 de septiembre, y otra vez estaba en el mismo balcón, en la misma habitación del mismo  hotel... era feliz... ¿había mencionado ya lo feliz que era? Hacía ya un año que su novia había desaparecido de su vida, se había ido sin decirle qué sería del niño que esperaba y ya ni siquiera lograba recordar lo que sentía cuando ella pronunciaba su nombre, porque él tenía un nombre ¿verdad?.
   Alguien debería haberle advertido, antes de arrancar esas páginas de su vida, de que el resultado podría ser un desastre... que extrañaría tanto a un bebé que si siquiera sabía si existía y que la monotonía lo aplastaría de ese modo contra el asfalto, pero lo había conseguido. Pese a haber pasado tanto tiempo en la olla, esta rana había logrado saltar...